Cuando sea viejo y achacoso





Cuando sea viejo y achacoso
con más años de los imprescindibles
y algunos más tal vez imprevisibles,
quiero ser como ese viejo nogal
que tengo frente a mi ventana

Quiero tener brotes nuevos en primavera,
tomar un sol y que me alimente,
mover mis frondosas ramas dócilmente,
saciarme de lluvia pasajera
y secarme con vientos viajeros.

Quiero dar cobijo a nidos hacendosos
con pajarillos desplumados
que no pierden la fe en ellos mismos,
servir de atalaya a la garza inmóvil
y de referencia al ganso viajero.

Quiero dar sombra al bebé soñoliento
y a la mamá cuidadosa
y a su abuelo, el inconsciente,
que porque mima al nieto en su carrito
cree que ha nacido nuevamente.

Quiero sujetar con mis raíces
el suelo de mi propia historia
tan abajo y lejos como pueda
para que no se deshaga y se olvide,
no por mí, sino por el suelo.

Quiero morir de pie
como corresponde,
en silencio y sin obstinación,
sin que nadie se entere
hasta bien entrada la primavera.

Y cuando se percaten
de mi irreversible muerte;
que me dejen servir de morada
al último pájaro del cielo
hasta el final de los tiempos.