¿Cuánto vale tu imagen?

Ser famoso es ser admirado y respetado por la faceta por la que has ganado tu popularidad.

Pero en un mundo monetarizado y materializado esa sencilla y humana disposición es inmediatamente eclipsada por el valor mercantil de un solo aspecto conseguido con la fama: ¡tu imagen! Tu imágen es el activo más valioso como consecuencia del éxito y la fama.

¿Cuánto vale tu imagen? Como todos los productos que ofrece el mercado, su valor se establece por la sencilla ley de la oferta y la demanda, que obviamente está vinculada a la popularidad. El valor de la imagen de un famoso jugador de fútbol puede alcanza precios astronómicos. Mientras que el valor de los que somos perfectos desconocidos es 0.

El mercado de imágenes no tiene en cuenta si la popularidad se ha conseguido gracias a un escándalo o a una obra o hecho genial.

El diablo tiene su imagen y Dios la suya, y no se puede decir categóricamente que la de Dios sea la buena y más valorada y la del diablo la mala y peor valorada, porque para un ateo la imagen de Dios, no solo carece de valor, sino que no puede existir.

La valoración de la imagen de un objeto es espontánea e inconsciente, cuando ese valor se hace consciente tenemos en consideración todos los valores de lo que nos apercibimos. Por tanto si tenemos que elegir varias cosas (libros) la elección espontánea es la que tenga para nosotros la mejor imagen. Después podemos descartarla si los valores reales del objeto no se corresponden con lo imaginado.

Esto lo saben muy bien las editoriales, por lo que tienen predilección por la publicación y promoción de aquellos autores que tengan una buena imagen, es decir, sacrifican el valor de la obra a cambio de una valiosa imagen, o lo que es lo mismo, autores jóvenes y bien parecidos, porque la imagen puede ser más rentable que la propia edición o, al menos, la garantía de éxito comercial.

La gran mayoría de los primeros puesto de la lista de los más vendidos las encabezan autores  jóvenes, nuevos y atractivos, que no se corresponde con al valor literario de su obra, de una notoria mediocridad.

Los autores que por nuestra  edad o aspecto físico no tenemos una imagen atractiva, solo conseguimos popularidad  si nuestras obras  merecen el calificativo de “maestras” o "clásicas" para atraer la atención de los editores.

 Por lo general, este es el caso de la reedición de autores fallecidos que siguen gozando de gran popularidad, como es el caso de Nietzsche o Gabriel García-Márquez.

Por tanto, si eres un autor que has superado los sesenta años, tendrás que ser de un talento prodigioso, y  mejor si ya  estás muerto, de otro modo vente conmigo a Amazon, refugio de fracasados y noveles, porque en las editoriales “clásicas” estarás simplemente vetado.