Sobre mí
English | Deutsch Nací en una ciudad castellana, conservadora y literalmente abducida por su obispado, desde que un obispo guerrero francés se la arrebató a los árabes. La piedra arenisca de diferentes tonalidades es la esencia del carácter de castellano viejo de la ciudad. En sus tiempos más gloriosos tuvo una activa comunidad judía, que, como es tradición de este pueblo, se dedicaban a las finanzas, el comercio, las manufacturas y el arte. Lo que les distanciaba de sus rudos vecinos, ocupados en la labranza, la cría de ovejas y las corridas de toros en las fiestas locales. Excepto ellos mismos, el numeroso clero y los administradores y funcionarios del Ayuntamiento, la gran mayoría eran analfabetos. Todos recibimos nuestra primera comunión en el más febril de los ambientes religiosos posibles, en el que la población volcaba todos sus reprimidos sentidos en aparatosas procesiones y una vasta oferta de espectáculos lúdico-religiosos. Los bachilleres teníamos que asistir